«El espacio ENTRE, el límite, es la frontera desplazada que da al sujeto la sensación de su propia existencia».
Andrea Saltzman.
El deseo pulsional detrás de este trabajo es entender el vestir como un acuerdo y no como una batalla con el cuerpo, para asimilarlo como parte de la construcción de identidad. La piel — vestimenta como límite hacia el afuera, como delimitante hacia el exterior. Piel bifásica, en contacto con el interior y el exterior. Las piezas de patrones de porcelana como una armadura rígida que funciona como protectora de la identidad y el cuerpo pero que al mismo tiempo se funde en el absorbiendo la textura de la piel. Así́ como la piel envuelve nuestros órganos, la vestimenta envuelve nuestro cuerpo. Ambos son un borde entre el interior y exterior, entre lo público y lo privado, entre lo íntimo y externo. Lo llamativo de este punto es presentar entre nuestra piel y nuestras prendas un espacio habitable, ese ENTRE, que no está definido. Poner en duda donde comienza y termina el cuerpo.
Generar un discurso que obligue a habitar de manera simbiótica a la percepción y la apariencia.